¿Y si tu coche fuese una estrella fugaz... con carrocería de cometa celeste?
O una Étoile Filante, que en francés todo suena mejor. Es lo que soñaron en Renault en los años 50, cuando consiguieron desarrollar un coche tan veloz como singular. Para ello contaron nada más y nada menos que con Turboméca, empresa francesa dedicada a la fabricación de motores de turbina… para helicópteros y aviones, entre otras cosas.