Cuatro décadas del Mitsubishi que adaptaba su carrocería en función de la velocidad
Estar a la hora precisa en el momento exacto es complicado y si se cumplen estos dos puntos, quizá sea un éxito. A veces, ser un adelantado a la época en la que vives es un problema y puede que un fracaso. Esto es lo que le pasó a Mitsubishi hace casi cuatro décadas.
La marca nipona reinaba en el mundo de la automoción, una posición privilegiada que le llevó a tirar la casa por la ventana e intentar competir cara a cara con los gigantes de aquel entonces y puso en el mercado el deportivo más tecnológico que jamás se había visto hasta la fecha.
Así nació en Mitsubishi 3000GT, aunque, inicialmente, su nombre era Mitsubishi GTO. Precisamente, así se bautizó en su país de origen, mientras que a Europa y a Estados Unidos llegó con la primera nomenclatura.
La firma nipona se lo jugó con este deportivo, con carrocería coupé de 2+2 plazas que medía 4,60 metros de longitud. Además, era un vehículo cuyas versiones topes de gama, en la década de los 90, tenían un motor 3.0 V6 twin-turbo, tracción total permanente, suspensión adaptativa, cuatro ruedas directrices, aerodinámica activa y un sistema de escape controlado electrónicamente
Sin embargo, el 3000GT, más allá de los nombres, también tenía otra particularidad y es que tuvo una versión estadounidense llamada Dodge Stealth, y vendida en concesionarios de la marca americana.
Esto es debido a que Mitsubishi había iniciado un acuerdo de cooperación con Chrysler y la empresa resultante fue bautizada como Diamond-Star Motors. El Stealth fue uno de sus primeros productos, así como la primera generación del Mitsubishi Eclipse.
Esta era la carta de presentación de la locura de la automovilística para luchar contra el Honda NSX, el Toyota Supra o el Nissan Skyline GT-R.
La aerodinámica, clave
Más allá del corazón y todo el interior mecánico del 3000GT, la locura nipona se plasmaba en la carrocería y la aerodinámica del vehículo. El coche contaba con un labio frontal que se desplegaba y su spoiler trasero se inclinaba 15 grados más a partir de los 80 km/h, logrando así una mayor carga aerodinámica.
Además. el carácter del coche se transformaba gracias a su suspensión adaptativa - con modos Sport y Touring - y las válvulas de mariposa del escape, controladas por el conductor.
Una tecnología de otra época que llegó antes de tiempo y hacía que el Mitsubishi, eso sí, fuera un coche muy pesado. En 1990, pesaba 1.720 kilos, más que un BMW M5 E34. A pesar de todo, era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos.
Aunque los 3000GT VR-4 evolucionaron y llegaron a desarrollar 320 CV de potencia, fueron poco a poco perdiendo su escape activo, su suspensión adaptativa. Y, por último, su fantástica aerodinámica activa fue, finalmente, reemplazada por un gigantesco alerón.