¿Sabes por qué a veces nos da calambre la carrocería del coche?
Cada vez somos más tecnológicos y los calambrazos al tocar cualquier dispositivo están a la orden del día. Una sensación bastante desagradable y que se da hasta al tocar el tirador o manilla de la puerta del coche.
Hay que tener en cuenta que este tipo de situaciones se dan más en el invierno. Y es que el frío hace que el aire pierda vapor de agua y la electricidad no encuentre salida para liberar la carga, lo que provoca que la electricidad se acumule en nuestro cuerpo y no se libere hasta que entramos en contacto con una superficie conductora.
No obstante, esa ‘carga’ electrizante va perdiendo fuerza a medida que nos movemos, pero si tocamos la carrocería del coche ¡chas! notaremos ese temible calamabrazo, que no es más que el paso de los electrones de nuestro cuerpo al metal del vehículo de forma violenta.
De nada sirve, hay que explicar, si tocamos el cristal, cogemos un pañuelo o intentamos abrir la puerta con el codo, ya que esa transmisión se produce sí o sí de una u otra forma. No obstante, hay una forma de no ser tan ‘eléctrico’.
Formas de evitarlo
El truco para bajar del coche sin sufrir un calambre consiste en descargar la electricidad antes de que nuestros pies pisen el exterior. Toma nota.
La operación debe hacerse mientras permanecemos aún sentados en el interior del vehículo y consiste en agarrar con la mano una parte metálica del coche. Así, los electrones que descargamos fluyen de forma constante, no de manera violenta, por lo que a continuación ya podemos descender del coche con la certeza de que no sufriremos un calambre.
También hay otra opción, pero esta toca el bolsillo porque hay que instalar en el vehículo una tira para descargar la electricidad estática. Consiste en una pequeña correa de goma recubierta de cobre que cuelga de la parte posterior del vehículo de tal manera que esté en contacto permanente con el suelo.
En principio, el efecto de la descarga es prevenir el mareo de los ocupantes del vehículo, pero también tiene la función de evitar el temible calambrazo.