Así nació esta innovación para la carrocería, icono del diseño y la aerodinámica, y que ya tiene 50 años
Pese a su eficacia, el alerón “cola de pato” fue muy criticado en sus orígenes
Hay innovaciones del diseño en los automóviles que hacen que una carrocería quede enmarcada para la posteridad. Ya sea por el estilo y el componente que puede aportar, como la apertura de puertas de ‘alas de gaviota’, o los faros escamoteables de años atrás, que además contaban con un componente aerodinámico.
Sin embargo, hay otras piezas que en un principio no iban a estar ahí, pero gracias a demostrar su inmejorable rendimiento y aerodinámica, y también como pieza clave en el diseño (aunque más tarde) del vehículo pasaron a ser indispensables. Esto ocurrió con el alerón del 911 Carrera RS 2,7. O como se le llamaba popularmente, ‘cola de pato’.
De criticado a ser amado
Al principio, quienes miraban con cierto rechazo la parte trasera de la carrocería del icónico Porsche fueron los propios vendedores, que no estaban seguros de que esa solución aerodinámica convenciese al público. Tanto era así, que de 500 que había no confiaron ni en vender 100. De esa forma se acuño el nombre Enterbürzel, que traducido al castellano es lo que todos conocemos como ‘cola de pato’. Nombre que recibió el ya famosísimo alerón por su parecido con el del animal.
Y no se le llamaba así de forma cariñosa, explica el exingeniero de Porsche Tilman Brodbeck. El trabajó en la pieza que hoy se ha convertido un icono en la carrocería del 911. “Por aquel entonces, el 911 y muchos otros coches tenían un diseño muy característico: eran planos por abajo, abovedados por arriba y terminaban en punta en su extremo posterior”, comenta. Al añadir este spoiler en la parte trasera, el Porsche eliminaría todas las consecuencias negativas de su diseño abovedado y sería mucho más eficaz, algo que también utilizarían posteriormente los vendedores.
¿Qué provocaba la ‘cola de pato’?
Este apéndice aerodinámico sobre la carrocería se ganó el puesto (nunca mejor dicho) en el túnel de tiempo. Al incorporarse sobre la parte trasera del coche, se redujo el coeficiente de elevación en dos tercios y aumentaron en 4,5 la velocidad máxima del 911, que subió hasta los 240km/h.
Como era de esperar, los 500 vehículos con este alerón que se necesitaban para su homologación se vendieron absolutamente rápido, y quienes más rendimiento buscaban de su coche en el circuito, lo obtuvieron gracias a este elemento de la carrocería.
Tanto fue así, que un alerón se convirtió en algo novedoso para un coche de calle, de tal forma que Porsche patentó la ‘cola de pato’ y quedó registrada en el Registro Alemán de Patentes.