El papamóvil que diseñó Porsche: la joya de Mercedes que deslumbró al Vaticano en 1930
La imagen de un papamóvil suele evocar vehículos modernos, blindados y con grandes cristales panorámicos. Sin embargo, la historia del primer coche oficial del Papa comienza mucho antes de que este término existiera, con un modelo que ha pasado casi desapercibido en la historia del automóvil: el Mercedes-Benz 460 Nürburg limousine, diseñado por Ferdinand Porsche y entregado al Papa Pío XI en 1930.
Este singular vehículo no solo representa un hito en la movilidad vaticana, sino también una joya en términos de diseño, carrocería artesanal y acabados interiores, elementos que lo convierten en una verdadera obra de arte sobre ruedas.
Un contexto histórico clave: de los carruajes a los motores
Hasta la década de 1920, el Vaticano seguía utilizando carruajes de caballos para sus actos oficiales. La llegada del automóvil al Estado más pequeño del mundo fue tímida pero simbólica. La primera donación fue un Bianchi Tipo 15 en 1929, ofrecido por la Asociación de Mujeres Católicas de Milán. Aunque se trataba de un vehículo de serie, abrió la puerta a una nueva era, donde los fabricantes vieron en el “coche del Papa” una poderosa herramienta de imagen y prestigio.
El Mercedes-Benz 460: elegancia y tecnología al servicio del Pontífice
En este contexto, Mercedes-Benz no quiso quedarse atrás. En 1930, entregó al Papa una versión especial de su modelo 460 Nürburg limousine, un vehículo que combinaba prestaciones técnicas avanzadas (para la época) con un nivel de personalización inédito.
Diseñado por el mismísimo Ferdinand Porsche, el 460 contaba con un motor de 80 CV capaz de alcanzar los 110 km/h, una cifra que impresionó tanto al Papa que pidió dar una vuelta de prueba por el Vaticano inmediatamente después de recibirlo.
Pero lo que realmente convertía este coche en un precursor del papamóvil no eran solo sus cifras mecánicas, sino su habitáculo. Separado del conductor por una mampara, albergaba un trono tapizado en terciopelo carmesí, un homenaje rodante al ceremonial papal. Este sillón principal estaba flanqueado por dos asientos enfrentados para los asistentes, creando un pequeño salón móvil con un refinado nivel de acabados, más cercano a una carroza real que a un coche convencional.
Entre sus curiosidades más llamativas, destacaban:
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Una imagen de San Cristóbal, patrón de los conductores.
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Un intercomunicador con siete botones que permitía al Papa dar instrucciones al conductor mediante comandos básicos en italiano como “rápido”, “lento”, “izquierda” o “parar”.
Otras marcas que lo intentaron (sin éxito)
Ese mismo año, otras marcas también ofrecieron sus versiones adaptadas para el Papa: el Graham Paige 837 y el Citroën Lictoria C6. Este último, en particular, destacaba por una ostentosa “personalización” en la que todos los elementos exteriores cromados habían sido reemplazados por versiones en oro, incluyendo partes del interior.
Sin embargo, ninguno de estos modelos alcanzó el protagonismo del Mercedes-Benz 460. El Citroën, por ejemplo, apenas recorrió 200 kilómetros antes de ser relegado a exposición en el Museo Vaticano.
Mercedes y el Vaticano: una relación duradera
El éxito del 460 sentó las bases para una alianza histórica entre el Vaticano y Mercedes-Benz, que ha perdurado durante casi un siglo. A lo largo de los años, muchos otros modelos de la marca alemana han sido adaptados como papamóviles, incluyendo versiones blindadas, descapotables o eléctricas.
Este mismo modelo, el primer Mercedes-Benz papal, fue completamente restaurado por Mercedes en 1984 y devuelto al Vaticano como parte de su patrimonio. Actualmente, se exhibe en el Museo Vaticano, donde brilla no solo por su historia, sino por su impecable carrocería restaurada, que conserva todos los detalles originales.
El detalle que lo dice todo: la matrícula SCV
Desde la llegada de los primeros coches, el Vaticano instauró un sistema de matrículas propio. Los vehículos oficiales llevan las siglas SCV (Status Civitatis Vaticanae), y el número 1 está reservado para el vehículo del Papa, sin importar el modelo o país en el que se encuentre.
Curiosamente, la foto de entrega del Mercedes-Benz 460 a Pío XI muestra una matrícula con el número 4, lo que sugiere que al menos tres coches ya formaban parte del parque móvil vaticano: el Bianchi, el Citroën y el Graham Paige.
Un coche que marcó época… y que aún deslumbra
El Mercedes-Benz 460 diseñado por Porsche no solo fue el primer papamóvil, sino también una muestra de cómo un coche puede ser símbolo de estatus, tecnología y tradición. Su carrocería alargada, su presencia majestuosa y sus acabados únicos no solo respondían a una función ceremonial, sino que definieron un nuevo lenguaje visual en el diseño de vehículos oficiales.
Y en ese sentido, la carrocería se convierte en protagonista: elegante, robusta, simbólica. Un ejemplo perfecto de cómo un buen diseño puede resistir el paso del tiempo y seguir fascinando casi 100 años después.
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