Cuando la pasión por la velocidad creó una marca: la historia del Seat Ibiza Cupra

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A mediados de los años noventa, SEAT vivía un momento clave de su historia. Con la segunda generación del Ibiza ya consolidada en el mercado, la marca española decidió dar un salto que marcaría un antes y un después en su trayectoria: competir en el Campeonato del Mundo de Rallies en la categoría de 2 litros.

Para ello, SEAT Sport desarrolló un coche derivado del Ibiza GTI 1.8 16v, homologando cincuenta unidades para la competición. El resultado fue asombroso: una victoria y seis podios en la temporada 1996, que se tradujeron en un título mundial histórico. Era la primera vez que una marca española lograba un Campeonato del Mundo, y además lo hacía en su debut.

Y para celebrarlo, nació una edición especial que hoy ya es historia: el SEAT Ibiza Cupra, el coche que encendió la chispa de lo que, años más tarde, se convertiría en una marca propia: CUPRA.

Cupra: el nombre que definió una filosofía

El nombre “Cupra” nació de la fusión de dos palabras inglesas: “Cup” (Copa) y “Racing” (Competición). No era una etiqueta más, sino una declaración de intenciones. Desde el primer momento, el Ibiza Cupra representó la pasión de SEAT por las prestaciones, la deportividad y la innovación técnica.

Basado en la segunda generación del Ibiza, el Cupra de 1996 solo se ofrecía con carrocería de tres puertas, subrayando su carácter dinámico. Bajo el capó, escondía un motor 2.0 de cuatro cilindros y 16 válvulas, capaz de entregar 150 CV, una cifra extraordinaria para un coche tan compacto. Con apenas 1.100 kilos de peso, su relación peso-potencia de 7,33 kg/CV lo convertía en un auténtico deportivo del segmento B.

Su aceleración de 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y su velocidad máxima de 216 km/h eran solo parte de su encanto. También destacaba por su chasis afinado por SEAT Sport, su suspensión más firme y su carácter visual inconfundible: llantas exclusivas, adhesivos laterales “CUPRA” y detalles de competición inspirados directamente en el Ibiza Kit Car del Mundial.

Este modelo marcó el inicio de una saga de deportivos compactos con sello español, donde la carrocería, la pintura y el acabado visual eran tan importantes como el rendimiento.

Evolución y madurez: el Ibiza Cupra 2000

Con la llegada del año 2000, SEAT actualizó su gama Ibiza y, con ella, el Cupra evolucionó hacia un diseño más agresivo y refinado. Su nuevo frontal, la doble salida de escape y las llantas de cinco radios reforzaban una estética más musculosa, con parachoques ensanchados y una altura rebajada que potenciaba su imagen deportiva.

Bajo el capó, un nuevo motor 1.8 20VT con turbo y 156 CV llevaba el rendimiento a otro nivel. Y por primera vez en el segmento, ofrecía control de estabilidad (ESP) opcional, una tecnología reservada hasta entonces a vehículos de categorías superiores.

Con un peso de 1.179 kilos y una relación peso-potencia de 7,17 kg/CV, alcanzaba los 218 km/h y aceleraba de 0 a 100 km/h en 7,9 segundos, demostrando que la deportividad también podía venir en envase pequeño.

El Cupra R: el broche de oro a una era

En el año 2000, SEAT Sport volvió a sorprender con una edición muy limitada: el Ibiza Cupra R, desarrollado íntegramente por su división de competición. Solo 200 unidades fueron fabricadas, todas ellas con un aura especial.

El Cupra R elevaba la potencia hasta los 180 CV, y lucía un aspecto aún más exclusivo: llantas OZ, pinzas de freno Brembo, molduras y logotipos en color carrocería. Su relación peso-potencia de 6,2 kg/CV lo situaba entre los compactos más rápidos de su tiempo, con 0 a 100 km/h en apenas 7,2 segundos.

Era el epílogo perfecto de una primera etapa que consolidó al Ibiza Cupra como el deportivo español por excelencia, y sentó las bases de lo que estaba por venir: una familia Cupra que se extendería a modelos como el León o el Córdoba.

De modelo a marca: el nacimiento de CUPRA

El 22 de febrero de 2017, SEAT daba un paso histórico: convertir CUPRA en una marca independiente. Aquella denominación nacida en 1996 como homenaje a un campeonato, se transformaba en un símbolo de prestaciones, diseño y sofisticación.

El primer modelo fue el CUPRA Ateca, pero el verdadero punto de inflexión llegó con el CUPRA Formentor, el primer coche diseñado y desarrollado exclusivamente bajo el nuevo sello.

Su diseño escultural, con líneas tensas y proporciones atléticas, capturaba a la perfección el ADN Cupra. En su versión actualizada de 2024, el Formentor luce un frontal inspirado en una “nariz de tiburón”, faros Matrix LED triangulares y un logotipo iluminado en el centro de la franja trasera infinita.

El interior refleja el mismo espíritu: acabados premium, costuras visibles, asientos tipo baquet y materiales de alta calidad. La consola central incorpora ahora plástico espumado cosido, una pantalla multimedia de mayor tamaño y mandos retroiluminados que refuerzan la sensación de modernidad.

CUPRA Formentor eTSI: tecnología y eficiencia con carácter

Entre las distintas versiones del Formentor destaca la 1.5 eTSI de 150 CV, que combina un motor de gasolina de 1.5 litros con tecnología Mild Hybrid de 48V. Esta configuración permite al coche iniciar la marcha solo con energía eléctrica, logrando un comportamiento más suave y un consumo contenido.

Además, este sistema permite reducir el peso total del vehículo por debajo de 1,5 toneladas, lo que mejora la dinámica de conducción y el control de la carrocería, cuyo centro de gravedad está 10 cm más bajo que el de sus rivales SUV compactos.

Su suspensión adaptativa ajustable en quince niveles, su dirección precisa y la posibilidad de ajustar la recuperación de energía le confieren un comportamiento ágil y equilibrado, fiel al espíritu de aquel primer Ibiza Cupra que combinaba deportividad con eficiencia.

En resumen, el Formentor encarna todo lo que la marca ha aprendido en tres décadas: diseño, emoción y tecnología al servicio del conductor.

De la pintura verde del Ibiza Cupra al bronce mate de CUPRA

Si algo une al primer Ibiza Cupra con los actuales modelos de la marca es su identidad visual. El color verde original del Kit Car de los noventa dio paso a una paleta moderna donde el cobre, el negro y los tonos mate definen una estética exclusiva.

La pintura y los acabados son hoy parte fundamental del lenguaje Cupra: barnices metalizados, efectos nacarados y carrocerías de líneas tensas que transmiten dinamismo incluso en reposo.

Cada detalle, desde el diseño del capó esculpido hasta los juegos de luces traseros, expresa una herencia clara: la del Ibiza Cupra de 1996, aquel coche que demostró que la deportividad también podía tener acento español.

Un legado que sigue brillando

Del verde racing del primer Ibiza Cupra al bronce característico del Formentor actual, hay casi treinta años de evolución. Tres décadas de innovación, pasión y cuidado por cada detalle, desde el diseño exterior hasta la pintura de la carrocería.

Hoy, CUPRA es una marca consolidada, pero su alma sigue siendo la del Ibiza Cupra que conquistó los tramos de rally y los corazones de los conductores. Un coche que no solo marcó una época, sino que dio origen a una forma de entender el diseño y la conducción.

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