¿Ha llegado el momento de cambiar de coche? ¿Quizás te estás planteando pasar a un modelo más grande? ¿Más pequeño? ¿Más sencillo? ¿Más premium? A lo largo de la vida, nuestras necesidades automovilísticas pueden cambiar. Nos es lo mismo ser padre o madre de familia numerosa que aficionado a viajar en solitario. Tampoco es igual coger el coche el fin de semana para hacer rutas de montaña que enfrentarse cada mañana a la jungla de la ciudad para ir al trabajo (¡y sin plaza de aparcamiento!). O, simplemente, nuestro coche nos parece viejo y queremos cambiarlo por un modelo más nuevo.

Desde que abandona el concesionario, un vehículo empieza a perder valor y eso no es ningún secreto. Todos los automovilistas somos conscientes de ello. Y el tema nos preocupará más o menos en función de si tenemos idea de revender nuestro coche en un futuro no muy lejano o los planes para nuestro coche son que nos acompañe durante muchos años.

La adquisición de un vehículo, en general, es un gran esfuerzo para cualquier automovilista o familia. Pero, a pesar de ese esfuerzo, lo habitual es con la compra de un coche se inicie un proceso por el que el automóvil va perdiendo valor de manera imparable.