¿Sabes dónde escondía la rueda secreta este insólito Citroën 'ciempiés' y cuál era su cometido?
El ingenio y la creatividad se unieron hace 50 años para probar neumáticos de camión en un vehículo de turismo. Ese proceso hizo que naciera todo un experimento. Y así fue cómo surgió un Citroën, denominado Poids Lourd Rapide (PLR), con dos motores de Corvette que constaba de un número impar en sus ruedas, más concretamente once ¿Cómo es eso posible?
El Citroën PLR fue un prototipo construido para Michelin con el objetivo de analizar si los neumáticos aguantaban en vehículos pesados. Pero la clave estaba en la rueda once porque solo diez estaban a la vista.
Su nombre se debe a ‘peso pesado rápido’ aunque también lo llamaron Mille Pattes, Citröen Ciempiés o como mera prueba para la marca Michelín. Durante años lo usaron en la pista de pruebas en Ladoux (Francia) pertenecientes al fabricante francés de neumáticos Michelín, aunque los avances lo dejaron obsoleto.
La rueda oculta en el Citröen Ciempiés
Este vehículo incorporaba cuatro ruedas delanteras con doble eje y una dirección melliza. Mientras que las seis restantes estaban en la parte trase. Se caracterizaba por medir más de siete metros de distancia entre ejes, 2,45 metros de ancho y casi dos de alto. Pero en su interior había un gran espacio.
Por un momento se pensó que quien lo creó fue Michelin y quien lo construyó fue Citroën. Sin embargo, todo su secreto se escondía dentro de la carrocería. En el habitáculo había un acceso central, y ahí es donde se colocaban las ruedas de los vehículos pesados que se iban a probar.
Además, se podía identificar dos vigas de acero que atravesaban el vehículo y que estaban entrelazadas y soldadas. Había que construir una mole similar a la de un camión, pero sin la necesidad de que fuera tan alta.
Características del PLR
Contaba con dos tanques de combustible de 90 litros cada uno y se situaban debajo del capó. Mientras, el triple tren trasero procedía de un Peugeot 504.
El hecho de que pesara tanto, llegaba hasta las diez toneladas, es lo que implicaba la presencia de diez ruedas de 16 pulgadas para poder soportar todo ese peso.
De igual forma, necesitaba un sistema de propulsión suficiente para poder moverse a la velocidad necesaria. Por ello, contaron con dos motores de gasolina V8 de 5,7 litros procedentes del Chevrolet Corvette C3, y que tenían una potencia individual de 350 CV. Asimismo, estaban acoplados a la caja automática del mismo deportivo americano.
Hasta cinco radiadores en disposición vertical eran necesarios para refrigerar los motores. Además, los ingenieros diseñaron entradas de aire laterales específicamente para dirigir el flujo de aire a los radiadores y mantener los motores a temperatura óptima.
En los 70, la movilidad pesada no tenía las prestaciones actuales. De todos modos, el Citroën PLR podía alcanzar una velocidad máxima de 180 km/h.
Y en cuanto a los motores, uno tenía una función más, ya que podía transmitir energía al laboratorio que estaba en la parte trasera del habitáculo. La rueda de camión se montaba en un brazo de suspensión y giraba gracias a ese segundo motor, de manera independiente al resto de las diez ruedas. Ésta se encontraba en una estructura entre el conductor y el operador del laboratorio.