Las carrocerías de los coches réplica o cómo conseguir un superdeportivo con poco dinero
Si se usan los logotipos de las marcas pueden llegar a ser un delito
Tener un coche de alta gama como un superdeportivo como puede ser un Ferrari o un Lamborghini, o un vehículo de lujo como un Rolls Royce, por nombrar algunos, son vehículos que desafortunadamente están al alcance de muy pocos.
Por ello, hay quien se busca las mañas para transformar la carrocería de un coche de carácter deportivo pero asequible para la mayor parte de los bolsillos con paneles, luces, llantas y demás elementos exteriores e inclusos trabajos de pintura que hagan pensar a todo el que lo ve que se va conduciendo otro vehículo más exclusivo del que realmente se está al volante.
Los coches réplicas
Estos coches se conocen en el mundo del motor como coches réplica. La primera diferencia está en el precio, pues son mucho más baratos que los originales. La segunda obviamente la encontraremos en las prestaciones, pues como bien dice el refrán, “aunque la mona se vista de seda…”
Hay algunas réplicas muy conocidas, como por ejemplo la del Opel Calibra, que transforma su carrocería en la de un Testarossa, o la del Toyota MR2, que llega a simular el aspecto exterior de un Ferrari F430. Sin embargo, el hecho de modificar la carrocería e incluso los interiores de un vehículo puede llegar a ser un delito, pues si bien es cierto que cambiar la pintura, los alerones, paneles de las puertas y demás elementos de nuestro coche para que parezca un coche de alta gama es legal, lo que no lo es, ya que se tipifica como un delito contra la propiedad intelectual es utilizar los logos de la marca. Es decir, todo está bien legalmente en la creación de la réplica hasta que se pone el emblema del Cavallino, por ejemplo, sobre el capó.
También hay que decir que algunas son un delito en sí mismas, no por la legalidad que entrañen, sino por lo mal hechas que están, pues no solo porque se está conduciendo un deportivo fake, sino que además la carrocería a la que se supone que imita está tan mal acoplada al coche original que puede parecer hasta ridículo.
Independientemente del delito, tanto el legal como el de transformar de cualquier manera un coche, queda siempre el sentido común y quizá la vergüenza de saber que no estamos ante un superdeportivo. De que, aunque veamos que en el volante pone Ferrari, Lamborghini o cualquier otra marca del estilo, bajo el capó llevamos un utilitario, aunque la carrocería y la pintura en un rojo brillante, por ejemplo, digan otra cosa.