Itasha, la cultura de los coches frikis de Japón

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Seguramente no hayas escuchado nunca hablar de la cultura Itasha que es una corriente japonesa que involucra coches y cultura pop. En este artículo, profundizamos en este fenómeno viral que combina la obsesión por los coches del JDM con el amor por la animación japonesa, el manga y los videojuegos. Más que un fenómeno, una expresión visual y artística muy arraigada en Japón, pero que te puede hacer daño a la vista.

La palabra «ITASHA» es una amalgama de «italian car» (coche italiano) e «itai» (痛い), que significa «doloroso» en japonés. Originalmente, este vocablo, se refería a los coches italianos excesivamente personalizados, tanto que dolía verlos. Sin embargo, con el tiempo y la dedicación de sus propietarios, la definición se expandió para abarcar a cualquier automóvil japonés decorado con ilustraciones de personajes de anime, manga o videojuegos. Esta evolución es parte de la creciente influencia de la cultura otaku en la sociedad japonesa pero adaptada a un público más pudiente ya que modificar un coche, sea en Kyoto o Parla, cuesta lo suyo, pero en este caso se mantiene la forma en que los fans del automovilismo japonés han adoptado esta pasión por la creatividad visual dejando de lado el diseño más propio de las películas de Fast Furious.

Como buen movimiento social, esta cultura arraigada en los parkings infinitos de las grandes urbes japonesas supone la conjugación de los siguientes elementos:

  • Decoración: todos los propietarios de coches ITASHA invierten una cantidad significativa de tiempo y recursos en la personalización de sus vehículos. Desde el capó hasta los laterales y el techo, los coches se van adornando con ilustraciones detalladas de personajes estas disciplinas de la animación. Estas obras de arte (para algunos) a menudo son creadas por artistas conocidos del mundillo y pueden ser verdaderamente impresionantes en términos de su complejidad y carisma.
  • Eventos: la comunidad ITASHA es muy activa, con numerosos eventos y reuniones en todo Japón. Desde convenciones de anime hasta exhibiciones presenciales, estos encuentros proporcionan a los fans de la cultura una oportunidad para mostrar sus vehículos, intercambiar ideas y conectarse con otros que comparten su pasión. Las redes sociales también desempeñan un papel importante en la construcción de esta comunidad, con grupos dedicados en plataformas como Instagram donde los propietarios pueden compartir fotos y discutir sus proyectos.
  • Estilos: la cultura ITASHA es bastante diversa, aunque no lo parezca, en términos de estilos y enfoques. Algunos propietarios prefieren diseños llamativos y coloridos que llamen la atención, mientras que otros optan por una estética más discreta y elegante. Desde personajes femeninos («moe») hasta mechas (robots gigantes), hay una amplia gama de temas y motivos que se pueden encontrar en los vinilados de los coches Itasha. Aunque hay que decir que muchos propietarios de estos coches parece que respetan en exceso el diseño monotemático de la figura de la mujer hipersexualizada, temitas que hay que mirarse, supongo… (emoji mirando hacia un lado).


La elección de un modelo japonés específico dentro de la cultura ITASHA no solo se trata de preferencias estéticas, sino que también está arraigada en una profunda conexión emocional con la historia y la evolución los coches del mercado doméstico japonés.

Por un lado podemos tener deportivos como el Subaru Impreza, que desde su lanzamiento en la década de 1990, ha sido venerado tanto por su desempeño en las pistas como por su estética distintiva. Para los más duchos en el rendimiento, el coche fue aclamado por estar equipado con tracción en las cuatro ruedas y su motor bóxer turboalimentado. Pero su diseño aerodinámico y agresivo proporciona, también, un lienzo perfecto para la personalización y eso, los propietarios de coches ITASHA, han aprovechado al máximo, adornando sus Imprezas con sus ilustraciones favoritas.

Otro modelo demandado en la cultura ITASHA es el Mazda RX-7. Introducido por primera vez en la década de 1970, el RX-7 se ganó una reputación como uno de los deportivos más personales de su época, gracias a su motor rotativo y su ligero chasis. Su diseño elegante a la par que deportivo lo convierte en una opción popular para la personalización. Por daros otro ejemplo, tenemos que mentar a otros clásicos del JDM, el Toyota GT86 y el Subaru BRZ, que han emergido como un favorito entre los fans de ITASHA en los últimos años por sus precios más asequibles y por tener un equilibrio perfecto entre rendimiento y diversión en la conducción.

Sin duda, un movimiento atrevido y venerado en Japón, que choca con el concepto de tuning europeo más centrado en el rendimiento que en los muñecos del anime. El libro de los gustos está en blanco.

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