Cada año asistimos a clasificaciones y rankings de los modelos que se consideran más o menos seguros en base a los resultados de los conocidos Crash Test, que no son más que pruebas de siniestros y choques en las que se pone a prueba el comportamiento de un vehículo y sus sistemas de seguridad.

Biodiésel, combustibles alternativos, vehículo eléctrico… A mediados del siglo pasado lo más “in” iba por un camino muy distinto. Tan distinto que Ford se semeró en diseñar un vehículo cuyo motor funcionase gracias a energía nuclear.

De un noble origen británico, y con una larga historia a sus espaldas, Rolls-Royce sigue siendo hoy en día sinónimo de lujo y sofisticación. Y no es para menos si tenemos en cuenta que ha firmado numerosas “carrozas” para la realeza británica.

Estás harto de las imperfecciones de la pintura de tu automóvil o el tono ha perdido intensidad por la acción del sol, o simplemente te has aburrido y quieres repintar tu coche. Pero no sólo repintarlo: quieres ir más allá de un mero lavado de cara y hacer un cambio total de look de la carrocería de tu coche. Es decir, quieres cambiar el color de tu coche. ¿Puedes hacerlo? ¿Qué implicaciones tiene?

Un choque con una animal puede tener desagradables consecuencias, y es algo que todos queremos evitar. Los atropellos de animales más bien pequeños suelen quedarse en un mal trago (si es que nos damos cuenta); en cambio los accidentes con animales más grandes, como jabalíes, caballos o corzos, son otra cosa… Mucho más “espectaculares”, por decirlo de alguna manera, y también mucho más peligrosos, no ya sólo para el animal en cuestión, sino para nuestra propia seguridad y la carrocería del automóvil.