Los malos trabajos de pintura no valen ni para los ladrones
Desde Iowa (EE.UU) llega esta simpática historia de un robo que acaba muy bien para el propietario del coche y muy mal para el ladrón… ¡Y todo gracias a un mal trabajo de pintura!
Todo empezó cuando Steve Salasek notó que su réplica de un Ford GT40 de 1966 no estaba en el garaje acostumbrado en Marshalltown. Realizó la denuncia sin grandes esperanzas, pero algo jugó a su favor: el coche estaba pintado de un poco discreto color amarillo. Y además era un modelo no muy habitual, de esos que llaman la atención (sobre todo si están pintados de un color llamativo, como era el caso).