Llegas al parking subterráneo de una ciudad o de un hotel o al del centro comercial. Habitualmente tu mayor preocupación es encontrar ese hueco libre lo antes posible para estacionar el coche y hacer lo que hayas ido a hacer. Así que casi distraídamente aparcas en ese hueco que ha aparecido como por arte de magia. Probablemente ni te fijas en los coches aparcados al lado y mucho menos en el número y el color de la zona en la que has ubicado el coche. ¿El problema? Que cuando sales de hacer las gestiones y buscas tu coche… sencillamente no lo encuentras. ¿Dónde está? Llevas andando unos minutos, ¿pero de verdad aparcaste tan lejos?, te preguntas a ti mismo, sorprendido. Accionas el mando a distancia, esperando que el sonido familiar de las puertas de tu coche desbloqueándose y tu oído te guíen hacia el vehículo…