Es por todos sabido que los coches de policía (como los de cualquier vehículo de índole oficial) suelen vestir de rigurosa etiqueta. Blanco y negro es la combinación que más solemos ver para los vehículos policiales, así como los coches de bomberos los pensamos siempre en color rojo o sabemos que los taxis de Nueva York son amarillos.

Porsche. ¿Qué color te viene a la cabeza al oír nombrar esta marca? Quizás negro. O rojo. O Blanco. O una mezcla de rojo y blanco. Pero, ¿rosa? Hoy día estamos acostumbrados a ver a los coches, y en especial a los súper deportivos, vestidos de colores estridentes. Rosa fresa, verde lima, amarillo Piolín… Hay espacio para todo. No siempre ha sido así. Si bien, en la década de los 70, cuando vio la luz el Porsche que nos ocupa, también algunos se atrevieron a ser distintos. Libres. Incluso psicodélicos. Y un Porsche se atrevió a correr en Le Mans de rosa.

¿Y si usamos el color para ayudar a los automovilistas a circular a la velocidad adecuada… y a las autoridades a detectar a aquellos que no lo hacen? Pues un nuevo gadget podría hacerlo posible: se trata de un sistema que cambia el color de las ruedas del coche en función de la velocidad a la que circule.

¿Moda pasajera? ¿Exclusiva de vehículos de competición y súper deportivos? Parece que no. El color es hoy más que nunca una opción. Y los automovilistas queremos elegir. Cuanto más mejor. El color para la pintura del coche. El color para el techo. El color para el espejo. El color para las pinzas de freno, ¿por qué no?

Las pinturas automotrices han cambiado mucho. Desde sus componentes (pensemos que ahora son pinturas al agua) hasta su resistencia pasando por su capacidad de ofrecer matices de colores. Han cambiado, sí, pero si echamos un vistazo a estudios sobre las preferencias de color de la pintura del coche por parte de los consumidores son los colores sencillos los que siguen ganando.