Que el Ford Mustang es un coche que hace girar la cabeza y levantar silbidos de admiración, sea del color que sea su carrocería, es un hecho. Si además, se somete a un trabajo de repintado para concienciar a la sociedad sobre el cáncer de mama, ¡aún nos gusta más!

Puede que, siendo el Presidente de un país, la necesidad no apriete. Pero si te ofrecieran nada más y nada menos que un millón de dólares por un coche con casi treinta años… ¿tú qué harías?

Aunque, propiamente, nunca ha salido de ellas... Porque el Renault 4, o R4,  también conocido como “cuatro latas”, es uno de esos clásicos que resiste. Sólo hay que darse un paseo por algún pueblo para encontrar algún superviviente aparcado en un camino rural, a la entrada de una huerta. Y se escuchan rumores de que podría regresar con una versión modernizada… ¿Cómo sería la carrocería de ese hipotético Renault 4?

O una Étoile Filante, que en francés todo suena mejor. Es lo que soñaron en Renault en los años 50, cuando consiguieron desarrollar un coche tan veloz como singular. Para ello contaron nada más y nada menos que con Turboméca, empresa francesa dedicada a la fabricación de motores de turbina… para helicópteros y aviones, entre otras cosas.

Un gremlin, sí. Esas pequeñas criaturas malvadas que han protagonizado historias, libros y películas en las que arrasaban con todo lo que podían a su paso… Pero, ¿sabías que existió un coche llamado Gremlin?