El automovilista de hoy día está cada vez más interesado en el medio ambiente. Se buscan coches más eficientes. Incluso antes de sacar el coche a la calle y poder valorar cuestiones como el consumo del carburante. Coches eficientes no sólo en su uso, sino también en su proceso de fabricación. Desde el más pequeño componente a la pintura que recubre el resultado final.

¿Sabías que los faros del coche son uno de los elementos del vehículo que más delatan su edad? Y no sólo por su forma o el tipo de lámpara que montan, sino por el color. Y es que los faros amarillos o los faros opacos están revelando que el coche tiene unos años… y que no está envejeciendo muy bien.

Arañazos, micro arañazos, rayones, rayitas… Con el tiempo, es habitual que este tipo de imperfecciones tengan más o menos presencia en la pintura del coche. Hablamos de pequeños arañazos que suelen ser producto de sutiles abrasiones. Como cuando arrastramos polvo acumulado sobre la pintura con un dedo.

Seguro que conoces el refrán: Más vale prevenir que curar. Pura sabiduría popular perfectamente aplicable al cuidado de la pintura del coche. De hecho, es un clásico entre nuestros consejos para proteger la pintura del coche: evitar exponer la pintura del coche a factores y elementos que puedan dañarla. Pero sabemos que no siempre esto es posible y por suerte casi todo tiene solución…

Sin duda, la presencia de insectos en la carrocería del coche es un clásico del verano. Es de lo más habitual que tras un viaje o una excursión, el parabrisas, la parrilla delantera, los faros etc. aparezcan “salpicados” por multitud de insectos voladores cuyos cadáveres se han quedado pegados a la pintura del vehículo. Moscas, mosquitos, abejas, avispas y oros bichos adornarán con sus cuerpos la carrocería. Y, si ponemos remedio rápidamente, su paso por el mundo puede quedar curiosamente retratado sobre la pintura del coche.