Seguro que te ha pasado más de una vez. Una lluvia fuerte o torrencial y de pronto se ha formado una balsa de agua de tamaño considerable en una cierta zona de la carretera. Especialmente en épocas de más lluvias, como el otoño o la primavera, esto puede ocurrir con relativa frecuencia. Algunos automovilistas pasan sobre las balsas de agua “alegremente” mientras que otros reducen la velocidad y contienen la respiración. Pero, ¿es tan malo pasar por un gran charco de agua? ¿Qué consecuencias puede tener para el coche?

Un coche es muchas cosas. Es una herramienta que nos sirve para transportarnos. A veces es una herramienta de trabajo también. Muchas personas lo eligen como compañero en sus vacaciones, excursiones y escapadas. Es el escenario de bromas con las amistades, de alegrías, de discusiones, de llanto. Es la banda sonora de los trayectos. Es las conversaciones, el descubrir sitios nuevos, el perderse, el reencontrarse con personas y lugares… Definitivamente, alrededor del coche vivimos muchas cosas. Y es normal que todas esas vivencias acaben por dejar su huella. Las arrugas del coche son pérdida de brillo en la pintura, rayones, arañazos, pequeños golpes, aquella vez que se quedó aparcado debajo de un árbol y los pájaros hicieron de las suyas… El paso del tiempo puede causar estragos… O no.

Lavar el coche cada semana es una rutina básica de cuidado del automóvil. Cierto que no es plato de buen gusto para todos y que a veces da pereza… pero la constancia en el mantenimiento de la pintura del coche, a la larga, merece la pena. El coche mantiene más fácilmente su valor y su pintura ofrece un aspecto más joven y lozano. El sueño de todo automovilista.

Seguro que conoces el refrán: Más vale prevenir que curar. Pura sabiduría popular perfectamente aplicable al cuidado de la pintura del coche. De hecho, es un clásico entre nuestros consejos para proteger la pintura del coche: evitar exponer la pintura del coche a factores y elementos que puedan dañarla. Pero sabemos que no siempre esto es posible y por suerte casi todo tiene solución…

Sin duda, la presencia de insectos en la carrocería del coche es un clásico del verano. Es de lo más habitual que tras un viaje o una excursión, el parabrisas, la parrilla delantera, los faros etc. aparezcan “salpicados” por multitud de insectos voladores cuyos cadáveres se han quedado pegados a la pintura del vehículo. Moscas, mosquitos, abejas, avispas y oros bichos adornarán con sus cuerpos la carrocería. Y, si ponemos remedio rápidamente, su paso por el mundo puede quedar curiosamente retratado sobre la pintura del coche.